martes, 1 de febrero de 2022

121020

Londres fue una sensación distinta a cualquier otra. A veces me meto en cama cierro los ojos y dejo que vuelva a mi. Había soñado muchas veces llevar toda mi vida allí, aprender inglés, enamorarme de un Geordie sureño. Estaba flipada. Me encanta Europa en invierno, y adoro las ciudades en la cuales no tienes opción de ir mirando al suelo. Me gustaba Londres, sus calles, su frío, su forma de vivir. Mentira, odiaba su gente y su estrés, pero pensaba en formar parte de ella. La última noche, justo al lado del London Eye, vimos a un artista callejero hacer un monólogo, la pandemia estaba ahí pero aún nadie le daba importancia. Asique había un corro alrededor de bastante gente, preguntó muchas nacionalidades, ninguna era igual. Como me gustaba ser parte de aquello. Me reí. Me rei con un puto monólogo en inglés. Lo entendí. OMG! ya podía quedarme. En aquel momento no tenía trabajo, había pagado ese viaje y el de mi hermana con un finiquito. Ojalá me hubiera quedado, sería una cuarentena horrible, pero me hubiera ahorrado errores. No me había planteado volver a perseguir un sueño hasta que he empezado a relatar esta mierda. Y es que me he dado cuenta, que yo misma me había estado cortando las alas. Igual no estaba tan flipada...

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