sábado, 22 de septiembre de 2018

Diario de un día en el hoyo.

Tienes dos formas de vivirlo, y lo peor es que jamás sabré cual te hunde más. La primera es privandote de todo lo social, negandote a ver luz en el día, quedándote en casa a mirar por la ventana, rehuir de los que no saben tratarte porque aunque hayan sentido algo parecido nunca es igual. La segunda es la mía, mi forma es gritarlo, pero acabando con un "era broma", es fingirlo, todo va bien, decirlo abiertamente y reírse para sacarle hierro al asunto, y normalmente siempre suele intervenir el alcohol, la evasión fácil, la amnesia durante unas horas que hace que todo se rompa al día siguiente, y que duela aún más. Parece la única forma de ver morir el día sin querer morir con el. Resurgir escondiendome en los problemas de los protagonistas de dramas adolescentes, comer chocolate cuándo es sabido que lo aborrezco, convencerme de que se terminará como se ha terminado todas las demás veces, aunque parezca imposible, aunque no haya luz al final. Una de las cosas que más odio es esconderme de mi madre, porque no soporto la cara que pone cuando le suplico que se vaya, que me deje y que no se lo que pasa, si no hay motivos parece que le duela más. Ella sabe lo que es, aunque probablemente su forma de vivirlo sea totalmente distinta. Después te quedas pensando en un motivo, buscando el porque me pasa esto cada cierto tiempo, y no encuentras nada, así que la culpa crece exponencialmente, hasta machacarte y dejarte sin fuerzas para seguir escribiendo. Ya quiero borrar esta mierda.