sábado, 23 de abril de 2022

230421

Fue en agosto cuando todo se empezó a romper. Yo no me encontraba en el mejor momento, y justo su último día, lo que llevaba meses sufriendo fatiga, termino de romperse con el último golpe. El bucle era doloroso, pero nadie parecía darse cuenta, mi salud física estaba totalmente invadida por la mental. Dolores de cabeza, náuseas, problemas de estómago. Parecía lo único visible y a veces pensaba que solo exageraba. Entonces explotó, fui incapaz de hacer algo que me había mantenido a flote y justo coincidiendo con la estabilización de mi vida romántica se fue a la mierda la laboral. Me sentía inútil porque mi mente se había bloqueado, porque necesitaba paz de forma muy desesperada, y hacia que cada cosa insignificante fuera el mayor infierno del mundo. También se acercó poco a poco la ansiedad social. Incapaz de sentirme agusto en grupo, creo que mi cabeza nunca jamás repitió tantas veces: "Con lo bien que estabas en casa leyendo". Nada paro. Nunca. A veces creo que la ansiedad es una forma de vida y es la mía. Que tengo un novio increíble que funciona como las gotas calientes que me echaba mi madre de pequeña en los oidos cuando me reventaba la otitis. Es capaz de curarme de forma momentanea y firme cuando estamos juntos, pero el dolor siempre vuelve. Me fui de todo lo que era cómodo pero mataba. Pero la distancia no es olvido, y cada noche tengo pesadillas con la noche donde casi pierdo lo más increíble que he logrado tener en la vida. Cada día vuelvo a sentir el infierno de no haber conseguido volver a ponerlo todo en su sitio. Pero lo peor de todo, es la desesperanza de algún día poder conseguirlo

martes, 1 de febrero de 2022

131020

No había nada más, ni un hilo suelto del que tirar, me pasaba horas buscando algo a lo que aferrarme para seguir en aquella lucha constante. Recorría constantemente los rincones de mi memoria donde aun eramos felices, y de repente, como el puto anuncio de Spotify que te jode esa lista de reproducción perfecta para ese momento de chillin’ máximo, venia agolpado todo lo insalvable, lo oscuro, lo negro, lo que no debería ni contarse. No había Marie Kondo que arreglara el puto desastre que se había convertido mi vida por el desagradable influjo de la tuya. Aquella noche me fui a dormir, sin demasiado dolor, con la neutralidad y desasosiego que significaba tener un buen día en aquella batalla. Dormí, y por aquel entonces, mi móvil reposaba cada noche en la mesilla y en sonido. No había tarifas de datos, lo nuestro era mas rústico, más millenial, nosotros nos gastabamos nuestros buenos euros en sms, reduciendo el “quedamos” por “kdms” todo lo reduciamos, menos los te quieros, creiamos que escribir la ocho letras aumentaba el significado. Hacía años que no me ponias ni un triste tq. Me dormí fácil, confiando mi vida al subsconciente, donde la cosas podían salir muy bien, o ser un bucle intensificado de mi propia realidad. Dormí tranquila. El telefono, que había dejado cuatro horas antes en la mesilla sonó, sonó fuerte, sonó amenazante, y yo descolgué sin ubicarme aun en el mundo. Al otro lado estaba tu voz. Debajo de mi ventana estaba tu voz. Los siete kilometros, con el frio de diciembre, con el nudo en el estomago, sin saber que iba a pasar cuando por fin alcanzaras mi calle, te plantaras en mi portal y yo descolgara el telefono. ¿Y si no descolgaba? Tus lágrimas y suplicas, y la autodeterminación de una mujer fustigada. “Vuelve a tu casa y dejame dormir” El amor no siempre es suficiente. No me quieras mucho, quiereme mejor.

121020

Londres fue una sensación distinta a cualquier otra. A veces me meto en cama cierro los ojos y dejo que vuelva a mi. Había soñado muchas veces llevar toda mi vida allí, aprender inglés, enamorarme de un Geordie sureño. Estaba flipada. Me encanta Europa en invierno, y adoro las ciudades en la cuales no tienes opción de ir mirando al suelo. Me gustaba Londres, sus calles, su frío, su forma de vivir. Mentira, odiaba su gente y su estrés, pero pensaba en formar parte de ella. La última noche, justo al lado del London Eye, vimos a un artista callejero hacer un monólogo, la pandemia estaba ahí pero aún nadie le daba importancia. Asique había un corro alrededor de bastante gente, preguntó muchas nacionalidades, ninguna era igual. Como me gustaba ser parte de aquello. Me reí. Me rei con un puto monólogo en inglés. Lo entendí. OMG! ya podía quedarme. En aquel momento no tenía trabajo, había pagado ese viaje y el de mi hermana con un finiquito. Ojalá me hubiera quedado, sería una cuarentena horrible, pero me hubiera ahorrado errores. No me había planteado volver a perseguir un sueño hasta que he empezado a relatar esta mierda. Y es que me he dado cuenta, que yo misma me había estado cortando las alas. Igual no estaba tan flipada...

09.10.2020

Si me dieran a elegir volver a vivir un momento de mi vida. Haría un bucle perfecto de esos tres días, ¿cambiaría algo? Sí, mi receta de los spaghettis. De lo demás nada. Cuando estoy agusto con alguien del género opuesto por el cual me siento atraída me pasa algo, asumo que aquello que está pasando y que es maravilloso algún día me va a doler. Intento fotografiar mentalmente cada minuto de amor que me da esa persona para más tarde utilizarlo en mi contra cuando ya no esté, o cuando me diga que él no está en mismo punto, que no me quiere, que quiere a otra, que soy su amiga, que lo olvide. Las cosas duelen porque nuestra mente se encarga de que duelan, y mi mente se lleva muy mal con mi autoestima. Mi cuerpo es un GH, en el que dos personas que no se soportan están condenadas a vivir juntas. Pero sin expulsados. A veces temporalmente. Pero el run run siempre vuelve en la repesca. Valencia es horrible, no me gusta, hay fachas y calor. No tiene nada a parte de lo de la foto y grupos buenos. Y aún intentando rogarme a mi misma que me quede aquí, y que el tiempo será en encargado de tomar una decisión a largo plazo, aún con eso, cogería el próximo avión hacía allá, y me quedaría a vivir cerca de la sonrisa más bonita del mundo. 🎧Oye - Tini y Yatra

03.10.2020

Siempre he creído que no ha todo el mundo le importa lo que tengo que decir, y es que no lo digo para que nadie lo escuche, o mejor dicho que lo lea. Mi manía de escribir es una pequeña forma de terapia, escribir me saca de las crisis, no me cura las heridas pero minimiza el dolor. Asi que he decido que si quieres leerme lo hagas aquí y no en mi personal page. Soy muy personal, pero las personas como seres sociales, tenemos empatía y podemos sentirnos identificadas con la mierda de los demás. Identifícate con mi mierda. AQUÍ Y AHORA BEBE 🎧 Amorfoda_Bad Bunny